El distrito de San Vicente, famoso por la Quinta de Perón y la Laguna del Ojo, es una permanente invitación a pasarla bien. Lugares agradables, historia y un polo gastronómico que justifican largamente darse una vuelta y conocerlo.
El gran desafío para potenciar las bondades de San Vicente, es algo que ya está en la agenda política y en la mirada empresarial, para saber como encarar el próximo año y tratar de olvidar este 2020 tan especial y tan negativo en todos los sentidos.
San Vicente se encuentra en el extremo sur del Conurbano Bonaerense, a escasos 50 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires, rodeado por las Rutas 6, 210 y 58 lo que lo hace un lugar de fácil y rápido acceso.
Su siempre vigente aire de campo, combinado con la modernidad, han hecho de esta ciudad un verdadero rincón para disfrutar en diversas formas en sus tres localidades, todas con un atractivo especial, sobre todo relacionados con la historia.
La Laguna del Ojo, es el espejo de agua más cercano a la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y en ella confluyen muchas personas en busca de tranquilidad y buena gastronomía, uno de los puntos mas altos que San Vicente tiene para sus vecinos y para los visitantes.
En 2014 se realizó la obra de la ribera, un asfalto que recorre todo el contorno lagunero formando un circuito de paseo para peatones y vehículos que desemboca en el extremo norte de la laguna pasando por grandes extensiones verdes y arboladas óptimas para un buen descanso.
Antes de la pandemia, durante los fines de semana, la Laguna de San Vicente mostraba su mejor potencial gastronómico con emprendedores del sector que llevaban sus Food Track y ofrecían comidas al paso, y otras empresas locales que cocinaban en modernos equipos que se instalaban en el predio con una demanda nunca antes vista, debido al buen trabajo profesional de sus responsables.
Poco a poco, ese muy fuerte sector, comienza a retomar sus actividades, readaptado a los protocolos vigentes que demanda la situación actual relacionada con la pandemia que aun estamos viviendo. Pero bien vale la pena resaltar el esfuerzo de quienes ya lo están haciendo.
La Reserva Natural propone un recorrido de aprendizaje con el avistaje de aves y de especias autóctonas que viven en sus humedales en perfecta armonía con el medio ambiente.
Muchas escuelas con sus alumnos participaron de este agradable paseo en contacto con la naturaleza más pura y luego realizaban trabajas prácticos con lo que vieron y aprendieron de los guías en la recorrida. Una buena idea que combina turismo local con aprendizaje.
UN PASEO POR LA HISTORIA
A pocos metros de la laguna, sobre la calle Lavalle, se alza imponente la Quinta 17 de Octubre, “La Casa de Perón y Evita” adquirida al Gobernador Mercante en 1946.
Allí en sus 19 hectáreas conviven distintas especies arbóreas traídas por el propio General Perón desde distintos lugares del mundo. Pero lo que más impresiona y detiene el tiempo, es el Mausoleo que guarda sus restos mortales tras un vidrio que defiende su morada.
Miles de personas, locales y de otras latitudes, visitan este increíble lugar que además posee un Museo donde la Memoria cobra vida en los tiempos de la Justicia Social, contada en imágenes y en textos de la época.
Entrar a la casa principal y ver los atuendos de gala de Perón y los trajes que el mítico Paco Jamandreu le confeccionaba a Eva Duarte, son como una invitación a recrear una película viviente, palpable y real a los ojos de los visitantes.
La recorrida finaliza en un lugar emblemático, “El Tren Presidencial” con el que Perón y sus ministros recorrían el país, acortando las distancias para estar en la mayoría de las provincias argentinas. Allí en un andén reconstruido como antaño, descansan los vagones de aquel tren de madera lustrosa y fina utilizado por algunos presidentes, como símbolo de una nación en crecimiento.
LA IGLESIA SAN VICENTE FERRER
Frente al palacio Municipal, al otro lado de la Plaza Mariano Moreno, se alza la iglesia San Vicente Ferrer, bajo la advocación de Vicente Ferrer. Un inmenso monumento digno de ver y visitar, construido en 1876 por el arquitecto Pedro Benoit con una gran nave central y dos torres simétricas con campanarios. Por sus altares, pasaron hombres de la talla de Eduardo Maffía, recordado como uno de los clérigos más importantes en la historia de San Vicente.
El Palacio Municipal, es uno de los más antiguos de Buenos Aires; data de 1856 y tras sus muros, hoy ampliados, pasaron funcionarios, concejales y consejeros escolares, hasta que llegó la modernización y descentralización, durante el gobierno de la ex mandataria sanvicentina, Brígida Malacrida de Arcuri, con nuevos edificios recuperados, como el Centro Cívico de la ciudad de Alejandro Korn, construido en lo que fuera una de las mas tradicionales esquinas de la ciudad.
La casa Municipal está custodiada por un trozo de historia pura. La Cruz de la Reducción, un homenaje permanente a los habitantes originarios que vivían en cercanías de la Laguna del Ojo siglos atrás. Tomarse fotos en se monumento, es en sí mismo, un distintivo de San Vicente y una carta de presentación.
SAN VICENTE, UN POLO GASTRONÓMICO EN CONSTANTE CRECIMIENTO
Comer bien y variado en San Vicente es algo que distingue a esta ciudad, con una muy variada oferta que transita por muchos lugares y estilos, que redefinen la manera de comer.
Los finde semana, inclusive durante la pandemia, el sector de ha fortalecido, al punto que aun siguen abriendo nuevas propuestas para darle a San Vicente un atractivo más con la gastronomía como punta de lanza, asociada al turismo.
Desde cervezas artesanales, con varias opciones, pasando por parrillas al asador y al aire libre, cafeterías y restó, heladerías artesanales y de famosas franquicias, propuestas de cocina gourmet, de autor, cocina asiática, patagónica y hasta un novedoso restaurante dedicado a las brochetas con muchas variedades de sabores y productos.
Comer en San Vicente es sinónimo de buen disfrute, incluso por los muchos visitantes que llegan desde otros lugares, por las rutas que lo circundan.
DOMSELAAR, EL PUEBLO DEL TIEMPO ETERNO
La menor de las tres localidades, Domselaar, tiene en sí mismo un atractivo especial para quienes busquen silencio y tranquilidad. Sus calles y sus árboles aun muestran el signo del tiempo, a pesar del progreso, como sucede con su vieja estación erguida como centinela de los pobladores.
A la vera de la Ruta, a metros de la entrada principal, se descubre detrás de una gran arboleda el Castillo Guerrero, propiedad de la famosa familia de Felicitas Guerrero. Una obra de arte del siglo pasado, que guarda en sus salones una y mil historias del Buenos Aires de antaño y del Curato de la Laguna, como se lo llamaba antiguamente. Similar al castillo que se encuentra sobre la Ruta 2 en el pueblo homónimo, este verdadero museo abre sus puertas para aquellos que desean conocerlo y adentrarse en esta apasionante y triste historia, al mismo tiempo, que fue la vida de la joven Felicitas.
La Capilla Santa Clara de Asís, construida en 1875, también es un ícono de la cultura y del turismo en San Vicente. Vale la pena darse una vuelta por este pintoresco pueblo donde el tiempo no pasa jamás.
Vale la pena apostar por San Vicente para realizar desarrollos gastronómicos o turísticos, del mismo modo, que es imposible no llegarse a esta hermosa ciudad sin probar un rico café por la mañana, un buen almuerzo y porque no, esperar hasta la noche para cerrar un día inolvidable en un lugar como pocos.
PERSONAS, PERSONALIDADES Y PERSONAJES
San Vicente tiene una gran diversidad de personas ligadas al deporte y a la cultura, quienes han dejado una huella, como lo están haciendo quienes hoy marcan un rumbo importante en lo que hacen.
La cultura tuvo como máximos emblemas al Payador oriental Juan Carlos “Indio” Bares, de Alejandro Korn (1930-1999), y al Poeta sanvicentino Francisco “Pancho” Gandola, (1911-2003) autor de la famosa milonga “El último Viaje”. Ambos trascendieron los límites del reconocimiento popular, llegando a un sitial de honor que sigue siendo materia de orgullo para los sanvicentinos.
Mucho más atrás en el tiempo, la Aviadora Carola Lorenzini, (1899-1941) deslumbró al mundo con sus proezas como piloto de avión, la primera mujer en surcar los cielos.
Al crecer se convirtió en una gran deportista, destacándose en equitación, remo, atletismo, salto, jabalina y hockey. En 1925 fue campeona de atletismo. Obtuvo finalmente el carné de aviador civil en 1933. Más tarde se convertiría en la primera mujer en obtener el título de instructor de vuelo en América del Sur.
Su cariño por las tradiciones rurales autóctonas y la cultura indígena argentina, junto a su costumbre de vestir bombachas criollas (atuendo típico del hombre de campo), botas y campera de cuero, le valieron el apodo de “Aviadora Gaucha” o “Paloma Gaucha”
Alejandro Korn, ciudad que lleva el nombre del célebre médico nacido en San Vicente en 1860, considerado como el iniciador del pensamiento filosófico en la Argentina, guarda en su memoria las hazañas de la “Paloma Gaucha” y la recuerda con un sobrio monumento que ya es parte de la geografía de la ciudad. El ala de un avión.
Si de cultura hablamos, la poetisa María Granata, que se radicó en San Vicente a los 21 años de edad, también ocupa un sitio de honor por su larga lista de libros que fueron galardonados y elogiados por la crítica. Ella también es un distintivo de ciudad cultural que este distrito lleva.
Emilie Schindler (1907-2001) la esposa del empresario alemán Oskar Schindler, también pasó sus días en San Vicente, en una modesta finca frente al Cuartel de Bomberos, luego de haber sido protagonista de la salvación de entre 1200 y 1700 judíos del Holocausto. Su historia fui inspiración para la realización de la película “La Lista de Schindler” ganadora de 7 premios Oscar.
Ella vivió mucho años en San Vicente, primero en el anonimato, hasta que fue descubierta y reconocida, entre otros, por el periodista local Salvador Ciurca (también historiador de la vida de Carola Lorenzini) hasta llegar a lo que luego fue la historia que se contó.
El Padre Eduardo Maffía (1935-1982) fue una de las tantas personas destacadas de la cultura sanvicentina. Fue cura párroco de la Iglesia San Vicente Ferre, pero también fue activo miembros de las instituciones locales, fundamentalmente en la Cooperadora del Hospital y de los Bomberos Voluntarios de San Vicente donde llegó al rango de Tercer oficial. Hoy dos calles (una en A. Korn y la otra en San Vicente) lo recuerdan permanentemente, al ser considerado una de las grandes personalidades de este maravillosos distrito, al hombre, al ser humano que San Vicente había adoptado como propio.
Carmen Vals de Landaburu “Carmencita”, como todos la recuerdan, fue una maestra que jamás faltó a la escuela y una notable enfermera que nunca hizo de su profesión otra cosa que ejercerla de forma desinteresada, Carmen Valls ha trabajado como voluntaria en el “Hospital de San Vicente”, concurriendo puntualmente y haciéndose presente aun en los días en que su salud flaqueaba. Fue “alma mater” de la Biblioteca Popular Mitre; del instituto Popular Municipal de Educación; de la Cooperadora de la Escuela Número 1, fue Presidenta de la Federación de Entidades de Bien Público de San Vicente; del Centro de Jubilados y Pensionados y de la Asociación de Amigos de la Cultura, entre otros, junto con el recordado Ignacio Martins, otro inolvidable vecino de San Vicente que le hace honor a la cultura.
En 1996 el Honorable Congreso de la Nación, a través de la Comisión de Homenaje Parlamentario a la Mujer Argentina, la designó como Mujer Destacada en el Ámbito Nacional y le entregó una medalla y un diploma en el Salón de los Pasos Perdidos, en presencia del ex-presidente Dr. Raúl Ricardo Alfonsín, senadores, diputados y vecinos de San Vicente.
