11 enero, 2025 7:04 am
política

Como tantas veces ha pasado en la historia de nuestro país, los vaivenes de las distintas recetas económicas con promesas de recuperación del poder salarial y la aniquilación de la inflación, nos vuelve a poner en aquel desagradable lugar en el que ya estuvimos, casi como una pesadilla recurrente.

No hace falta viajar tan lejos para recordar lo que sucedió durante la hiperinflación de 1989 en el gobierno del Dr. Raúl Alfonsín, con el recordado Plan Austral, o más cerca en el tiempo, con el plan de convertibilidad elucubrado por Domingo Cavallo, haciéndonos creer que los argentinos teníamos el poder del mundo a través de la divisa norteamericana para bajar la inflación, sin embargo, significó el embrión de la peor crisis económica de la historia.

La apertura de importaciones había provocado el deterioro de la industria nacional, ya que en precio los productos argentinos no podían competir con los extranjeros, lo que hizo que las fábricas se cerraran y, por lo tanto, que aumentara el desempleo y con ello la pobreza

Más tarde, el coeficiente de estabilización de referencia (CER) y el coeficiente de variación salarial (CVS) nos devolvió a la realidad y miles de argentinos quedaron atrapados en créditos prendarios e hipotecarios cuando el dólar pasó de $1 a $1.40; y de $1.40 a $1,40 más el CER o CVS, según correspondiera, haciendo que los tomadores de créditos se agarraran la cabeza por el aumento de los mismos.

Después llegaría el fatídico diciembre de 2001 de Antonio De la Rúa, que disparó una crisis humanitaria, de representatividad, social, económica, financiera y política, sin precedentes, cuando las políticas económicas de José Luis Machinea no lograban hacer pie y encima se fugaban capitales, como nunca antes, derrumbando su plan de blindaje y sin poder cumplir las metas prometidas al FMI. Y tuvo que renunciar.

Lo sucedió Ricardo López Murphy, que inmediatamente anunció un fuerte ajuste fiscal que pretendía un recorte del 5 % del presupuesto para la educación, bajar jubilaciones, postergar el pago de sueldos, privatizar el Banco Nación y reducir gastos en salud. Sus medidas impopulares lo llevaron a renunciar por pedido del presidente, durando tan sólo 15 días en el cargo.

Nuevamente Domingo Cavallo aparecía en escena, esta vez con un viejo nuevo conocido: Federico Sturzenegger, con recetas que buscaban bajar el déficit, aumentando impuestos y recortando servicios sociales, lo que a su vez generaba mayor recesión y un aumento en el déficit, que debía ser cubierto con más deuda y mayores recortes.

Las dudas sobre la capacidad de pago del país y sobre la continuidad de la convertibilidad comenzaban a reflejarse en una creciente fuga de depósitos bancarios que, sumado a la crisis imperante, y posteriormente al fracaso del programa de Déficit Cero, que entre otras cosas tuvo el recorte de salarios a los trabajadores y a los Jubilados, en manos de Patricia Bullrich; más la debacle total por el Megacanje, que sumió al país en la deuda externa más alta de la historia; sumado al tristemente recordado “Corralito” de Cavallo, y el escándalo de la Ley Banelco, le terminaron costando a De la Rúa, nada más ni nada menos, que el propio gobierno.  

Ya en tiempos de Internet, smartphone, redes sociales y Play Station 5; el gobierno de Mauricio Macri implementó las mismas recetas neoliberales de aquellos tiempos, con los mismos consultores neoliberales de por medio, como Luis Caputo en Finanzas desde 2017, y con Federico Sturzenegger en el Banco Central, pero reverenciando al verdadero establishment del círculo rojo, que fueron los ideólogos de la más grande fuga de capitales en dólares a paraísos fiscales, incluyendo el préstamo del FMI de USD 44.500.M, favoreciendo a los “amigos del poder” más concentrado del país con beneficios como el blanqueo de grandes empresas a las que todos recordamos, o el sinceramiento de las tarifas de las empresas privadas de servicios, dejando al vecino común y al trabajador, absolutamente desprotegido, tal como está pasando ahora.

¿Quién en su sano juicio, incluidos los fanáticos del liberalismo -que el Peronismo-Kirchnerismo supo crear en tan solo dos años-, imaginó alguna vez que esto podía funcionar, cuando los intérpretes son los mismos? A saber: Caputo, Sturzenegger y Macri. Los del mejor gobierno de los últimos 50 años, el que venía a cambiar la Argentina y solo duró un mandato porque su gobierno, al igual que el actual, solo gobierna para el poderoso y para el rico, porque la pobreza les molesta y tratan de esconderla.

Hoy nuestro presidente, -según sus propia promesa- debería haberse cercenado un brazo (sic) si aumentaba los impuestos y si la casta no pagaba el achicamiento del Estado, en lugar del pueblo. Una tremenda mentira que nos tomó de rehenes a todos, sin distinción de colores políticos, porque los liberales también están con la soga al cuello, solo que aprendiendo ventriloquía por vergüenza.

Hoy el Congreso con las manos de 144 Diputados Nacionales, le dieron media sanción a la Ley Ómnibus, en general, aunque con muchas quitas de artículos y modificaciones, lo que demuestra a las claras que Javier Milei solo quiere que se apruebe este raro manual de refundación del país, para poder sustituir el Poder Legislativo por decreto.

Ahora deberá hablar el Senado de la Nación para obtener la otra media sanción que necesita para que se convierta definitivamente en Ley, y los argentinos, todos, comiencen a darse cuenta que somos los únicos seres vivos sobre el planeta, pero especialmente los de este maravilloso pero maltratado país, capaces de chocarnos con la misma piedra, no una, ni dos veces, sino tres…cuatro y muchas más también.

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